Estas Jornadas, que tradicionalmente organiza el Consejo Superior de España, tienen como objetivo la formación espiritual de los consocios, coincidiendo con el tiempo de Cuaresma, asistiendo una representación de diferentes Consejos de Zona.
Bajo la dirección espiritual del Asesor Religioso Nacional, P. Mitxel Olabuénaga, los consocios que participaron de estas Jornadas pudieron reflexionar sobre un tema central, “el seguimiento de Jesús” dividido en tres reflexiones espirituales, “la llamada y respuesta: (1) para qué, (2) cómo y (3) con quién”.
Dentro de la primera reflexión, “la llamada y seguimiento: para qué”, el P. Mitxel nos dejó una serie de condiciones que tienen que darse para seguir a Cristo. Habló de la libertad y de la disponibilidad que es necesaria para este seguimiento, de la relación de amistad con Cristo y del compromiso que se adquiere al caminar con él, la audacia para vencer los miedos y la radicalidad que Cristo pide en este camino, así como las renuncias que conllevan ir con Él. Y. por último, el seguimiento a Jesús necesita de la alegría del cristiano, alegría que se vive necesariamente en comunidad y que se marca un fin utópico pero que con la ayuda de Cristo se hace alcanzable.
La segunda reflexión, “la llamada y seguimiento: cómo” se desarrolló con el hilo conductor de las virtudes vicencianas. La sencillez, que como dijo San Vicente “es la virtud que más amo”. La humildad, que “nos capacita para reconocer y admitir nuestras limitaciones y debilidades”. La mansedumbre: “un estilo amable gana los corazones y les atrae”. La mortificación, sinónimo de renuncia y entrega. Y el celo apostólico, celo por las almas, que prepara un corazón compasivo, lleno de entusiasmo y verdadera preocupación por los pobres.
La tercera reflexión, “la llamada y respuesta: con quién” nos habla de la capacidad de adaptarse a los tiempos, de tener una identidad y un carisma bien definido para poder colaborar desde nuestra propia identidad. De una institución abierta, de consocios activos y participativos que tomen responsabilidades y busquen la forma de implicar a los demás, a la propia Familia Vicenciana y a otras instituciones que tengan afinidad con nuestra Misión.
Las Jornadas de Espiritualidad se desarrollaron en un magnífico ambiente fraterno y con una gran disposición para compartir y remover nuestra fe para mejorar como cristianos, siempre con la impronta del carisma vicenciano. Para todos los que participaron en ellas fue un verdadero regalo. Agradecer al P. Mitxel Olabuénaga C.M. por sus reflexiones, al P. Miguel Sánchez C.M. por su visita (actualmente realizando su servicio en Almería), a todos los que asistieron a las Jornadas de muy diversos lugares de España y a la Conferencia de Jóvenes Santa Catalina Labouré de Jerez, por poner el entusiasmo propio de la juventud y ambientar con música y canto las eucaristías del encuentro.

Primera Reflexión
LLAMADOS al SEGUIMIENTO de JESÚS (I)
ESQUEMA
Cristo Señor unió a sí a unos discípulos elegidos (cf. Mc 3,14; Lc 6,13) que lo siguieron desde el principio (cf. Lc 1,2; Hch 1,21s), vieron sus obras y oyeron sus palabras, y de esta manera fueron capaces de ser testigos de su vida y doctrina (cf. Lc 24,48; Jn 15,27; Hch 1,8; 10,39; 13,31).
Condiciones del seguimiento
La palabra de Dios te pone claramente de manifiesto que seguir a Jesús implica una serie de condiciones. El relato del Joven Rico (Mc 10, 17-26) entre otros así lo pone de manifiesto. Y ¿cuáles son estas condiciones?, ¿qué supone para tu vida seguir a Jesús? Enumeramos una serie de características que expresan los requisitos que pide Jesús al seguirle:
LIBERTAD. No estar atado a nada ni a nadie. Apertura al futuro. La libertad como condición básica y como tarea para toda la vida.
DISPONIBILIDAD. Consecuencia lógica de la libertad. Seguir Jesús no es imitarle. La llamada de Jesús te compromete en una aventura, en un riesgo. Se trata de seguir el mismo destino que siguió Jesús.
AMISTAD. Sin duda el concepto de amistad es el que mejor define la relación entre el creyente y Jesús. Una amistad que se comprende y se vive como entrega, fidelidad y confianza.
COMPROMISO. Al seguir a Jesús hay que llevar la cruz como equipaje. Y cada cual sabe cuál es su cruz. Tiene nombre concreto.
AUDACIA. Se trata de la audacia que vence al miedo. Porque seguir a Jesús es emprender una aventura y un riesgo que no sabemos hasta dónde nos puede llevar. El miedo estará inevitablemente presente en la vida del que sigue fielmente a Jesús.
RADICALIDAD. El seguimiento de Cristo no admite medias tintas ni componendas. Por eso, las renuncias que exige el seguimiento son radicales.
ALEGRÍA. Las renuncias que impone el seguimiento no son el camino sombrío, que precipita al hombre en el conflicto y en la frustración.
COMUNIDAD. Los discípulos que siguieron a Jesús, vivieron su seguimiento en comunidad, en la comunidad de seguidores que reunió el propio Jesús.
UTOPÍA. Hablamos de ideales. Pero no hablamos de lo imposible.
ALGUNAS CUESTIONES PARA EL TIEMPO DE LA REFLEXIÓN PERSONAL Y DE GRUPO
“Al día siguiente, Juan se encontraba en aquel mismo lugar con dos de sus discípulos. De pronto vio a Jesús, que pasaba por allí, y dijo: Este es el Cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, viendo que lo seguían, les preguntó: ¿Qué buscáis? Ellos contestaron: Rabí (que quiere decir Maestro), ¿dónde vives? Él les respondió: Venid y lo veréis. Se fueron con él, vieron dónde vivía y pasaron aquel día con él. Eran como las cuatro de la tarde”. (Juan 1,35-39)
Acercamiento al texto evangélico
El paso de Jesús. ¿Por qué se deciden los discípulos de Juan a seguir a Jesús? ¿Basta que alguien nos diga grandes cosas sobre Jesús para tomar la decisión de seguirlo? ¿Nos dice algo a nosotros oír que Jesús es «el Cordero de Dios»?
La pregunta de Jesús. ¿Qué es lo primero que les dice Jesús cuando ve que comienzan a seguirlo? ¿Se puede seguir a Jesús sin buscar nada? ¿Qué se puede buscar equivocadamente en Jesús?
La respuesta de los discípulos. Curiosamente le responden con otra pregunta. ¿Es normal su pregunta? ¿No es más importante preguntar a un maestro qué enseña, cuál es su mensaje, para qué pueden servir sus doctrinas…? ¿Qué se encierra detrás de su pregunta? ¿Qué quieren saber exactamente?
«Venid y lo veréis». Para conocer a Jesús, ¿es importante escuchar a Jesús y tratar con él? ¿Se puede seguir a Jesús sin conocer su mundo, lo que vive, cómo vive o para qué?
Conversión y compromiso
¿Qué ando buscando yo en la vida? ¿Seguridad, tranquilidad, amor, bienestar…? ¿Qué es lo primero que busco cada mañana? ¿Me parece suficiente? ¿Necesito algo más?
¿Qué he buscado durante estos años en Jesús? Y en estos momentos, ¿qué busco en él? ¿Qué espero de él? ¿Lo tengo claro dentro de mí? ¿Puedo estos días ponerme sinceramente ante Jesús para concretar mejor mi decisión de buscarlo en este grupo?
¿Qué busca de ordinario la gente de nuestro entorno en su vida de cada día? ¿Conocemos personas cuya vida nos parece un acierto? ¿Qué es lo que buscan?
¿Dónde aprendemos a vivir los hombres y mujeres de hoy? ¿Quiénes son los guías que inspiran el estilo de vivir en la sociedad moderna? ¿Conocemos personas que se plantean qué hacer en su vida para vivir su propia misión?
Dentro de nuestros hogares, grupos, comunidades o parroquias, ¿se aprende a vivir con un estilo más parecido al de Jesús? Señala aspectos positivos y negativos. ¿Qué tenemos que cuidar en este grupo para que sea un lugar donde se pueda aprender a vivir como Jesús?
Segunda Reflexión
LLAMADOS al SEGUIMIENTO de JESÚS (II)
ESQUEMA
Cristo Señor unió a sí a unos discípulos elegidos (cf. Mc 3,14; Lc 6,13) que lo siguieron desde el principio (cf. Lc 1,2; Hch 1,21s), vieron sus obras y oyeron sus palabras, y de esta manera fueron capaces de ser testigos de su vida y doctrina (cf. Lc 24,48; Jn 15,27; Hch 1,8; 10,39; 13,31).
Perspectiva vicentina del seguimiento de Jesús
1. Sencillez
San Vicente dijo, “es la virtud que más amo” tanto que “yo la llamo mi evangelio”. “Tengo devoción especial y consuelo en decir las cosas como son”. Hay situaciones que exigen vivir verdaderamente la sencillez: cuando los amigos se sientan y hablan, incluso sobre temas difíciles. La sencillez debe estar también presente en los que quieren comprometerse en el seguimiento de Jesucristo en la Familia Vicenciana.
2. Humildad
San Vicente la llama “la virtud característica de la misión. Oh santa virtud, qué hermosa eres. Oh pequeña Compañía, qué amable serás si el Señor te concede esta gracia”. La humildad es la virtud que nos capacita para reconocer y admitir nuestras debilidades y limitaciones, creando así la posibilidad de confiar más en Dios y menos en nosotros mismos. Es la virtud que permite a los pobres acercarse a nosotros.
3. Mansedumbre
La mansedumbre es la virtud vocacional, como dice el mismo San Vicente, “un estilo amable gana los corazones y les atrae». Y de nuevo, “Si no se puede ganar a un hombre por la amabilidad y la paciencia, será difícil conseguirlo de otra manera”. La mansedumbre no es agresiva, airada, ruidosa. Un tema relacionado con la mansedumbre es el de la hospitalidad.
4. Mortificación
Es la virtud que nos pide entregarnos totalmente, pensar primero en los otros, pensar primero especialmente en los pobres, antes que en nosotros mismos.
Como dice San Vicente, “los santos son santos porque siguen las huellas de Jesucristo, renuncian a sí mismos, y se mortifican en todas las cosas”. Y como dice también, “la oración y la mortificación son dos hermanas tan íntimamente unidas que la una nunca se encuentra sin la otra”.
5. Celo apostólico o atención a los pobres
Celo por las almas (o pasión por la humanidad). San Vicente dice que “si el amor de Dios es el fuego, el celo es la llama”. Es la consecuencia de un corazón verdaderamente compasivo. Se trata de la pasión por Cristo, pasión por la humanidad, y pasión especialmente por el pobre. El celo es una virtud verdaderamente misionera. Se expresa en la disponibilidad. Relacionado con el celo está el entusiasmo.
ALGUNAS CUESTIONES PARA EL TIEMPO DE LA REFLEXIÓN PERSONAL Y DE GRUPO
“Se ha reconocido ante todo que en una Sociedad que aumenta, y cuyo fin principal es trabajar por el renacimiento de la fe y de la caridad entre los hombres, en la que se deben encontrar toda variedad de edades, de costumbres y de opiniones humanas, la presidencia necesita muchas cualidades, un mérito especial, y un hombre difícil de encontrar si Dios no lo señala. Debe tener una gran piedad, para servir de ejemplo y una condescendencia tal vez aún mayor, para no asustar por unas virtudes demasiado rígidas; que tenga el hábito de la abnegación, el espíritu de fraternidad, experiencia de buenas obras; que una al celo que crea, la prudencia que conserva; que sepa mantener a la Sociedad en los caminos de la sencillez y de la sabia libertad por los que Dios la ha conducido hasta aquí, y de no desanimar sin embargo los esfuerzos bien inspirados que puedan surgir. Es necesario, en fin, que por su carácter atraiga la confianza y el respeto, al mismo tiempo que por su dulce familiaridad sepa hacerse amigo de los miembros más jóvenes de esta numerosa familia de la que es el lazo de unión. […]
Solo a Dios corresponde escoger los instrumentos del poco de bien que nos ayuda a hacer, bendecir a aquel de quien se ha servido hasta el presente, designar de quien quiere servirse de aquí en adelante, y ayudarle a encontrar más fácil su misión, por nuestro celo, por nuestros hábitos de sencillez cristiana, por nuestra unión calurosa y perseverante”. F. Ozanam “A la Sociedad de San Vicente de Paúl, del 11 de junio de 1841.
Acercamiento al texto
Deja Ozanam bien claro cuál es la Misión de la Sociedad: “El fin principal de la Sociedad es trabajar por el renacimiento de la fe y de la caridad entre los hombres”. No eran tiempos precisamente favorables para llevarlo a cabo.
Dicha Sociedad, como reflejo de la propia realidad, “es un Sociedad en la que se deben encontrar toda variedad de edades, costumbres y opiniones humanas”. Por tanto, es una Sociedad compleja y diversa en todos los sentidos.
Admitiendo lo anterior, adquiere la figura de su presidente una singular importancia que se manifiesta con suma claridad en el texto presente. Una presidencia para la que se solicitan una serie de requisitos que reflejan el fondo de cada uno de sus socios: “La presidencia necesita de muchas cualidades: piedad, condescendencia, abnegación, fraternidad, experiencia de buenas obras, celo, prudencia”.
Señala, por último, el cómo debe llevar a cabo su misión la Sociedad, señalando las virtudes clave por la que debe reconocérsele: la sencillez, la sabia libertad, el celo y la perseverancia.
Conversión y compromiso
¿Es reconocible hoy día la Sociedad por las virtudes que señala Federico Ozanam?… ¿Viven diluidas en el hacer de cada día?… ¿Preocupa en nuestra formación la reflexión acerca de las virtudes vicencianas?
¿En nuestra experiencia de “amigos de Jesús” ocupa un lugar fundamental la práctica de estas virtudes?… Al igual que el pan nuestro es “de cada día” ¿es “de cada día” la evaluación de alguna de las virtudes?…
¿Tengo una fórmula de mejora en cada de una de las virtudes o lo dejo al azar?… ¿Me planteo mejorar anualmente en cada una de ellas?…
Tercera Reflexión
SEGUIMIENTO desde la COMUNIDAD (III)
ESQUEMA
“A los Vicentinos, se les llama para caminar juntos hacia la santidad, porque la verdadera santidad es la aspiración a la unión con Cristo en amor, lo que representa la esencia de su vocación y la fuente de su inspiración”. La comunidad existe no sólo para la misión o el servicio, sino por la misión.
Elementos de una comunidad vicenciana para la misión
a) Conciencia viva y comprometida del momento que vive: no puede ni refugiarse en la nostalgia del pasado ni perderse en una ensoñación del futuro. Una comunidad misionera tiene que ser muy consciente de la realidad en la que vive; y eso implica conocerla, estudiarla y amarla.
b) Fe radical e identidad carismática bien definida: comporta el cultivo de una fe personal, que ahonde en la experiencia de Dios y descubra en Cristo la razón vital de la existencia.
c) Comunidad más carismática que institucional: que se pregunta ¿cómo ser testigos del Señor Jesús hoy? Preocupada por visualizar lo específico de su identidad.
d) Dotada de una estructura participativa, corresponsable, de comunicación: conciencia de que la misión es única, que pertenece a la comunidad y que recaba la aportación de todos. Esto reclama un cambio de mentalidad y de comportamientos.
e) Comunidad abierta: implica comunidades abiertas que sepan enriquecerse con la aportación de otras personas. Tenemos la amplia Familia Vicenciana para cooperar con ella en el servicio evangelizador de los pobres.
f) Inserta en el mundo de los pobres: el servicio el elemento determinante de todo planteamiento comunitario. Tres desafíos: presencia, solidaridad y creatividad.
g) Dotada de una autoridad de animación-servicio: carta de Ozanam a la Sociedad de San Vicente de Paúl, del 11 de junio de 1841.
h) Con sentido de pertenencia, que conlleva: participación activa, asumir responsabilidades, respetar a los miembros, filosofía y símbolos de la Institución, actuar según las normas y valorar la propia Institución.
«Nadie ama a su Institución por ser la más grande, la más rica o la más avanzada, sino porque es la suya».
ALGUNAS CUESTIONES PARA EL TIEMPO DE LA REFLEXIÓN PERSONAL Y DE GRUPO
“La Sociedad San Vicente de Paúl, es una comunidad cristiana que se extiende por el mundo, fundada en Paris, Francia, en 1833, por un grupo de jóvenes seglares católicos, y otro más mayor, que se unieron para crear la primera Conferencia. […] Los Vicentinos se reúnen como hermanos y hermanas en presencia de Cristo, en Conferencias que son comunidades reales de fe y amor, de oración y acción. Es esencial que haya un vínculo espiritual y de amistad entre los consocios Vicentinos así como una misión común, que desarrollan juntos para ayudar a los pobres y a los marginados. Hay que considerar que toda la Sociedad es una Comunidad única y verdadera, de amigos vicentinos que se extiende por todo el mundo”.
Acercamiento al texto
La importancia que tiene el “con quién” desarrollo mi labor viene claramente especificada en la primera de las líneas: “la Sociedad san Vicente de Paúl es una comunidad cristiana” lo cual evidencia que son los consocios “l@s compañer@s de camino”.
Todos ellos forman una “comunidad real de fe, de amor, de oración y de acción”. De ahí la importancia de que estas cuatro dimensiones sean objeto de preocupación constante no solo en la vida personal sino en la propia Sociedad. Dimensiones que tienen su epicentro en la “permanente presencia de Cristo”.
Si cada Conferencia es una comunidad real no debe ser obstáculo para que “toda la Sociedad sea una Comunidad única y verdadera, de amigos vicentinos que se extiende por todo el mundo”. Forman una “Red” (viviendo en la Conferencia local) unida por una Misión común: “ayudar a los pobres y a los marginados”.
Las líneas que unen cada uno de los “nudos” de dicha red quedan, igualmente, configurados en el texto, son “el vínculo espiritual y la amistad”. Ambas cuestiones deben, por ello, ser objeto permanente de formación, reflexión y evaluación tanto individual como colectivamente.
Conversión y compromiso
¿Es la presencia de Cristo algo permanente en mi vida? … ¿Lo dejo sólo para momentos puntuales? … ¿Cómo despliego esta presencia?… ¿Me identifico coherentemente con esta situación? …
¿Es la Conferencia a la que pertenezco una auténtica comunidad de fe?… ¿Cuáles son en este momento sus debilidades?… ¿Cuáles son sus fortalezas?… ¿Cómo afronto el reto de la mejora continua?…
¿Me siento comprometido con la Misión de las Conferencias?… ¿Me pregunto habitualmente cómo puedo mejorar mi sentido de pertenencia a la Sociedad?… ¿Conozco y medito los Reglamentos?…
¿Los mensajes que vienen desde los órganos ejecutivos son estimulantes?… ¿Cómo afronto la situación de la propia Sociedad: con desilusión, con temor, con ira?… ¿El futuro es una preocupación anidada en el presente?…