Con el fin de realizar sus ensayos, de cara a los pasos de Semana Santa, ha aceptado donaciones de alimentos para “echarse peso” y así realizar estas maniobras de la forma más real posible.
Todos los alimentos recogidos a través de esta iniciativa se entregan en el almacén de la SSVP en Guadalajara, que atiende todos los meses a decenas de familias en situación de riesgo y exclusión social.
Esta labor se ha llevado a cabo por la Conferencia de San Antonio de Padua a través del Centro Santiago de Masarnau de la Sociedad de San Vicente de Paúl en la ciudad de Madrid durante el ejercicio 2022.
Gracias a esta subvención, concedida por resolución 5510 del 23 de diciembre de 2020, se han cubierto los gastos extraordinarios generados por la crisis sanitaria COVID-19, garantizándose el cumplimiento de las medidas preventivas exigidas por la normativa sanitaria para permitir la entrega de más de 39.000 menús. Esta ayuda ha servido para mantener abierta la consulta médica y sala de comedor del Centro cumpliendo la normativa sanitaria.
La consejera de Políticas Sociales, Salud Pública y Bienestar animal pudo apreciar el buen funcionamiento de este recurso de la Sociedad de San Vicente de Paúl y la importancia de su labor hacia los más vulnerables de la ciudad, ya que este albergue, además de ofrecer alojamiento a personas sin hogar, tiene instancias preparadas para acoger a familias y un servicio de comedor para todos los residentes.
Francisca García Maeso quedó muy satisfecha con su visita y sugirió un protocolo de actuación para que los residentes del albergue sean conscientes de la necesidad de cuidar todo lo posible las instalaciones, con el fin de que el proyecto esté siempre en las mejores condiciones de uso.
El Superior General de la Congregación de la Misión envía su tradicional carta de Cuaresma a todos los miembros de la Familia Vicenciana.
«Hacer de nuestras familias y comunidades un anticipo del Cielo»
Queridos miembros del Movimiento de la Familia vicenciana,
¡La gracia y la paz de Jesús estén siempre con nosotros!
Desde la creación del mundo, Dios no quiso que el hombre viviera en un ambiente hermético, donde no tuviera ningún vínculo con otra persona, una isla en un océano donde no hubiera posibilidad de movimiento, donde la única persona que encontrara en todo el mundo fuera él mismo y nadie más. Al contrario, desde la creación del mundo, Dios quiso que los seres humanos tuvieran relaciones y contactos continuos, que se necesitaran los unos a los otros para su crecimiento personal, que tuvieran otras personas como espejos en los que pudieran ver mucho más objetivamente las zonas oscuras y luminosas de su ser. En el principio, Dios creó al hombre y a la mujer a partir de los que se formaron las familias. Este modelo universal «de estar juntos» se ha reproducido en todas las sociedades y a lo largo de la historia humana hasta nuestros días.
Los consagrados utilizan a menudo la palabra «comunidad» para designar a las familias que se reúnen para formar regiones, viceprovincias, provincias y congregaciones. Las congregaciones contemplativas tienen el mismo modo de estar juntos, al igual que los ermitaños que, la mayoría de las veces, viven físicamente solos, pero forman parte de una comunidad, de una familia. Asimismo, las asociaciones de laicos utilizan expresiones diferentes para subrayar el hecho de que los miembros están juntos, expresiones como grupos, equipos, etc., en los que un cierto número de personas se reúnen por razones y objetivos específicos. Dios moldea nuestra vida de este modo con un objetivo muy concreto, la misión.
Detrás de todo esto está el único deseo de Jesús de ver a toda la humanidad en el «Cielo», en un estado de «felicidad eterna», en un estado de «realización sin fin de nuestros sueños y deseos más grandes». Nuestras familias, comunidades, grupos, equipos, etc. son caminos para alcanzar este objetivo. Así, nos sentimos alentados a contribuir en la construcción de excelentes familias, comunidades, grupos y equipos para colaborar en el deseo más profundo de Jesús.
San Vicente de Paúl, místico de la Caridad, hizo del «estar juntos» un elemento importante de su carisma y de su espiritualidad. La vida en comunidad, de hecho, es una de las formas esenciales de vivir la espiritualidad y el carisma vicencianos. Cuanto más pongamos nuestro corazón y nuestra energía en construir familias, comunidades, grupos y equipos sanos, profundamente espirituales y contemplativos, más realizaremos nuestros sueños y nuestros objetivos, más cumpliremos la misión que Jesús nos ha confiado a cada uno de nosotros en la tierra.
Como seres humanos, sabemos bien que no somos perfectos. Somos especialmente conscientes de ello cuando en una relación nuestros diferentes pensamientos, puntos de vista, prioridades y caracteres se encuentran y, en lugar de felicidad, producen tristeza, decepción, dolor, rechazo. Como escribía san Vicente a uno de sus hermanos:
«Si ese conocimiento que usted tiene de sí mismo es verdadero, tiene usted que juzgarse indigno de vivir y extrañarse de que Dios le siga soportando. La humildad que debe nacer de ese conocimiento tiene que inclinarle más bien a ocultarse que a hacerse notar. Las gracias que Dios le ha concedido son solamente para usted mismo y para que se haga mejor en el sitio y en el estado en que le ha puesto».1
En mi carta de Cuaresma de 2017, presenté una meditación sobre la Santísima Trinidad como uno de los fundamentos de la espiritualidad vicenciana. Quisiera volver sobre algunos puntos de esta carta que pueden ayudarnos a construir familias, comunidades, grupos y equipos sanos, profundamente espirituales y contemplativos.
¿Cuál es el mensaje de la Santísima Trinidad para mí personalmente, para la familia, la comunidad, el grupo, el equipo al que pertenezco?
Jesús nos ayuda a comprender la Santísima Trinidad: la identidad, la misión y el designio del Padre, del Hijo y del Santo Espíritu. Jesús nos ayuda a comprender la relación que existe entre las tres Personas, el vínculo íntimo que las une y la influencia de la Trinidad sobre cada persona individualmente, así como sobre cada familia, comunidad, grupo, equipo.
A medida que descubrimos y desarrollamos, con la gracia de Dios, un vínculo indisoluble entre la Trinidad y cada persona, entre la Trinidad y la familia, la comunidad, el grupo, el equipo, nos acercamos cada vez más al modelo perfecto de «relaciones» que son los componentes fundamentales de nuestras vidas, de tal forma que, en lo profundo de nuestro ser, somos uno con Dios, es decir con la Trinidad y entre nosotros.
Jesús nos ha transmitido lo que sabemos sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu. Jesús nos ha presentado la Trinidad como el modelo perfecto de «relaciones».
Nuestra reflexión sobre la Trinidad debe de estar acompañada por la voluntad y el objetivo de encarnar este modelo perfecto de «relaciones» en la situación de vida concreta en la que vivimos, en la familia, la comunidad, el grupo, el equipo al cual pertenecemos.
¡La Santísima Trinidad es el modelo perfecto de «relaciones»! Jesús nos muestra el
ideal.
La relación recíproca entre el Padre y el Hijo. La relación recíproca entre el Padre y el Espíritu La relación recíproca entre el Hijo y el Espíritu La relación Padre, Hijo y Espíritu.
¿Qué podemos ver en esas «relaciones»?
Podemos ver que la atención siempre está dirigida hacia la otra persona y no sobre ella misma.
Podemos ver que siempre se concede la prioridad a la otra persona y no a una misma.
Podemos ver que la alabanza, el agradecimiento, la admiración se ofrecen siempre a la otra persona y no a ella misma.
Podemos ver que cada una de las tres Personas de la Trinidad expresa siempre la necesidad de colaboración con las otras para cumplir su misión.
Podemos ver que cada una de las tres Personas de la Trinidad expresa siempre claramente que sería insuficiente e ineficaz para cada una de ellas actuar sola.
¿Qué me dice el modelo de las relaciones en el seno de la Trinidad sobre mi propia vida:
mi relación con Dios,
mi relación con la comunidad,
San Vicente nos enseña cómo aplicar el modelo de relaciones de la Trinidad a las nuestras, en nuestra familia, comunidad, grupo, equipo:
«Mantengámonos en este espíritu, si queremos tener en nosotros la imagen de la adorable Trinidad, si queremos tener una santa unión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. ¿Qué es lo que forma esa unidad y esa intimidad en Dios sino la igualdad y la distinción de las tres personas? ¿Y qué es lo que constituye su amor, más que esa semejanza? Si el amor noexistiese entre ellos, ¿habría en ellos algo amable?, dice el bienaventurado obispo de Ginebra. Por tanto, en la Santísima Trinidad se da la uniformidad; lo que el Padre quiere, lo quiere el Hijo; lo que hace el Espíritu Santo, lo hacen el Padre y el Hijo; todos obran lo mismo; no tienen más que un mismo poder y una misma operación. Allí está el origen de nuestra perfección y el modelo de nuestra vida. Hagámonos uniformes; seamos todos como si no fuéramos más que uno y tengamos la santa unión en medio de la pluralidad. Si ya la tenemos un poco, pero no bastante, pidámosle a Dios lo que nos falta y veamos en qué diferimos unos de otros para procurar parecernos todos y conseguir la igualdad; pues la semejanza y la igualdad engendran el amor, y el amor tiende a la unidad. Por tanto, procuremos tener todos las mismas aficiones y los mismos gustos por las cosas que se hacen o no se hacen entre nosotros»2.
«Vivan todas unidas, sin tener más que un solo corazón y una sola alma (cf. Hechos de los apóstoles 4,32), a fin de que por esta unión de espíritu sean una verdadera imagen de la unidad de Dios, ya que su número representa a las tres personas de la Santísima Trinidad.
Le pido para ello al Espíritu Santo, que es la unión del Padre y del Hijo, que sea igualmente la de ustedes, que les dé una profunda paz en medio de las contradicciones y de las dificultades, que necesariamente tendrán que existir alrededor de los pobres; pero acuérdense también de que allí es donde está su cruz, con la que Nuestro Señor las llama a él y a su descanso. Todo el mundo aprecia mucho el trabajo que realizan y las personas de bien no ven en la tierra ninguno que sea tan digno de veneración y tan santo, cuando se hace con devoción»3.
Como complemento de la contemplación de la Trinidad, el fresco realizado por el Hermano Mark Elder, CM, en la entrada de la Curia general de la Congregación de la Misión de san Vicente de Paúl en Roma, puede ayudarnos a reflexionar sobre los medios para fortalecer a nuestras familias, comunidades, grupos y equipos con miras a la misión. Como miembros del Movimiento de la Familia vicenciana, estamos invitados a seguir integrando cada vez más en nuestra vida y en la de nuestras familias, comunidades, grupos y equipos, la espiritualidad y el carisma vicencianos.
Colocado en la entrada de la casa, lo primero que ve cualquier persona que entra desde el exterior, es el fresco que cubre las cuatro paredes de la entrada principal. En la pared frontal vemos la imagen de san Vicente de Paúl compuesta por innumerables rostros de personas diferentes que representan simbólicamente al conjunto del Movimiento de la Familia vicenciana y aquellos a quienes estamos llamados a servir. El Movimiento de la Familia vicenciana, en cualquier momento de la historia, es un retrato continuo de san Vicente.
La pared de la izquierda representa las cinco virtudes que configuran nuestra identidad vicenciana: sencillez, humildad, mansedumbre, mortificación y celo por la salvación de las almas. Aunque cada congregación o asociación laica perteneciente a la Familia vicenciana pueda poner más el acento en algunas de estas virtudes evangélicas u otras, virtudes evangélicas, todas ellas dan forma y enriquecen nuestra identidad vicenciana.
La pared de la derecha representa los consejos evangélicos o, como también se les llama, los votos: castidad, pobreza, obediencia. Cada persona está llamada a vivir los consejos evangélicos según su propia identidad, como laico o como persona consagrada. En las diferentes congregaciones se pueden encontrar uno o varios votos suplementarios, como el voto de estabilidad representado en este fresco.
La cuarta pared es la pared de la entrada principal, o más bien, la pared de la salida de la casa. ¿Qué vemos? En lo alto de la pared, sobre la puerta principal, vemos la imagen del Espíritu Santo y la palabra «evangelizar». A ambos lados de la puerta principal vemos un campo de trigo donde el trigo se mezcla con los mismos rostros humanos que componen el retrato de san Vicente en la primera pared que vemos al entrar en la casa.
Permítanme hacer una comparación. La riqueza de los iconos, de los frescos, de los cantos litúrgicos, de las velas, del olor del incienso y de los rituales en las iglesias bizantinas les da la impresión de estar en el Cielo, de vivir la liturgia celestial cuando están en la iglesia, presente en la Eucaristía. El mundo fuera de la iglesia es radicalmente diferente pero, al entrar en la iglesia y participar en la Eucaristía, entran en el Cielo. Lleno de todas las gracias necesarias, sales de la iglesia y vuelves al mundo.
Lo mismo podría decirse del mural que acabamos de describir. Llenos del Espíritu de Jesús, del Espíritu Santo, de la espiritualidad y del carisma vicenciano, salimos, como nos invita el fresco, a los campos de trigo del mundo para evangelizar.
Antes de ir a los campos de trigo del mundo, nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros grupos y nuestros equipos necesitan ser formados según el modelo de la Santísima Trinidad, revestidos de la espiritualidad y del carisma vicencianos para que nosotros, como familias, comunidades, grupos y equipos, estemos llenos del Espíritu, y salgamos al mundo a llevar la Buena Nueva a los pobres.
«¡Que Dios le dé la gracia de perseverar en ella y a todos ustedes la de vivir de tal forma que el buen olor de su vida y de sus trabajos atraiga a otros muchos para el progreso de nuestra santa religión!».4
En un encuentro fraterno y con muchas ganas de poder trabajar conjuntamente, se han puesto las primeras bases para que, Dios mediante y en un plazo corto de tiempo, se pueda mejorar y transformar las vidas de las personas de nuestro entorno que no tienen un hogar digno, ofreciéndoles, en pisos habilitados a tal fin, tanto un refugio temporal como ayuda material y humana para mejorar su situación, siguiendo el ejemplo de lo ya realizado por la Familia Vicenciana en múltiples países de todo el planeta y, en concreto, en España en Asturias, Vitoria, Madrid y Sevilla.
El equipo se volverá a reunir en dos semanas para avanzar en la preparación, con el fin de que cuanto antes se inicie el proyecto en Bilbao.
Mapa de la Actividad de la Campaña 13 Casas de la Familia Vicenciana en el Mundo, proyecto que pretende facilitar una vivienda digna a más de 10.000 personas
Los vicentinos de la Conferencia Virgen del Camino de Pontevedra llevan a cabo una preciosa labor. Están formando a personas sin hogar (muchos de ellos vienen del mundo de la drogadicción) ofreciéndoles el conocimiento de un oficio, en este caso restauración de muebles. Además, se preocupan por su salud mental, por su estado anímico y espiritual, acompañándoles en su camino de reinserción de una forma integral.
A esta labor se han sumado los empleados de la territorial de Abanca, ofreciendo un donativo para ayudar a los alumnos del Aula Betania en los costes de alojamiento y alimentación que tienen que afrontar en su día a día, más de 900 euros que recaudaron durante las fiestas navideñas y que tan amablemente han entregado a los vicentinos pontevedreses.
Nuestro agradecimiento por esta ayuda y por su sensibilidad hacia el servicio que realiza la SSVP. En la imagen, vicentinos y empleados de Abanca durante la entrega de la donación económica.
Con esta ayuda, que se suma a la subvención anual de 105.000€, se van a acometer mejoras que van a aumentar en 10 plazas, de 40 a 50, la capacidad de acogida de la Casa Hogar, e incrementar la eficiencia de varios espacios.
El presidente de Zona, Francisco Holgado, en nombre de las Conferencias agradeció al ayuntamiento de San Fernando, en la persona de su alcaldesa, su colaboración y apoyo para atender las necesidades básicas de los que menos tienen y procurar su inserción social.
Visita, a la Casa Hogar, de la alcaldesa Patricia Cavada y la concejala Virginia Barrera, que estuvieron acompañadas por el presidente del Consejo de Zona de Cádiz, Francisco Holgado, y miembros de las Conferencias de San Fernando, entre otros, Manuel Pinedo y Almudena Martínez.
El alcalde de Chiclana, José María Román y el delegado de Servicios Sociales, Francisco Salado, han renovado el convenio de colaboración con la SSVP, representada por Francisco Holgado, presidente del Consejo de Zona de Cádiz, en el que el consistorio entrega un total de 21.900€, para cubrir los servicios de cuatro plazas concertadas en la Casa Hogar Federico Ozanam, sita en San Fernando, que atiende a personas sin hogar. El alcalde ha elogiado y agradecido la labor que se realiza en el centro, destacando que el objetivo de la ayuda, es procurar que nadie tenga que dormir en la calle.
Por su parte, Francisco Holgado ha agradecido la ayuda en nombre de los sin techo que, sumada a la del ayuntamiento de San Fernando que es la principal, a la de la diputación de Cádiz, la de la propia SSVP y la de otros colaboradores, se quiere aumentar de 40 a 50 plazas, además de promover talleres y otros servicios, para pretender la inserción plena de estas personas en la sociedad.
La Agrupación dimana de una colaboración entre las Hijas de la Caridad y la Sociedad de San Vicente de Paúl, como medio de socialización y de iniciación a la música, para favorecer la educación, el crecimiento espiritual y el desarrollo integral de los niños.
Los 17 alumnos que formaron el coro, uniformados y con la beca azul distintiva, se estrenaron el pasado sábado 17 de diciembre, día de la Promesa Vicentina, en la preciosa capilla de las Hijas de la Caridad sita en Madrid, en el Paseo del General Martínez Campos. La eucaristía fue oficiada por el padre Mitxel Olabuénaga CM, y preparada por el Consejo de Zona de la SSVP Madrid con asistencia, entre otros, de la presidencia nacional, de la Visitadora de España Centro, de numerosos vicentinos y Hermanas, de voluntarios, así como de algunos padres de los niños.
Un acto muy bonito y cercano, celebrado con mucha emoción a los pies de la Virgen Milagrosa, donde el canto de los niños en distintas partes de la ceremonia puso el broche de oro a la liturgia. A su finalización, se ofreció un ágape de confraternización.
Queremos agradecer a las Hermanas que nos hayan brindado su espléndida y acogedora capilla, en especial a la Visitadora sor Concepción, a las Consejeras sor Carmen y sor Encarnación, y a sor Mari Cruz. Asimismo, a sor Ángeles, directora del colegio y a María José, profesora, alma mater y directora del coro.
El 15 de diciembre, una vez terminado el servicio del comedor, los voluntarios del Centro Santiago de Masarnau compartieron una comida para celebrar con alegría la llegada de la Navidad y estrechar sus lazos fraternos.
No faltó el cántico de villancicos y el deseo vivir siempre en la esperanza de un futuro mejor para todos, especialmente para aquellos que más sufren.
Dentro de este proyecto de la SSVP, además del comedor social, se ofrecen otros servicios como: talleres de reinserción, servicio médico, ropero y asistencia social.
Se trata de más de 60 juguetes que se van a repartir entre los niños de las familias que atiende la Conferencia Santa María la Mayor de esta localidad extremeña.
Desde estas líneas les damos nuestro agradecimiento por su ayuda y por su colaboración con la SSVP.
La Sociedad de San Vicente de Paúl en Valladolid, a través del consocio Gregorio García, visitó el Colegio Las Huelgas para impartir una charla a los alumnos de este centro educativo.
Su intervención estuvo centrada en las acciones caritativas de los vicentinos de la localidad y en las posibilidades de hacer voluntariado dentro de las Conferencias. Además, presentó los proyectos sociales de la SSVP Valladolid e informó de los diferentes tipos de colectivos a los que atiende nuestra entidad.
Haz click aquí para acceder al comunicado oficial desde el que podrás inscribirte y acceder a todos los canales de comunicación e información que facilita el Comité Organizador de este evento.
Del mismo modo, te animamos a que compartas esta información con todos los jóvenes vicentinos de tu entorno.
¡La gracia y la paz de Jesús sean siempre con nosotros!
Esta carta de Adviento es una invitación a orar, a meditar e interiorizar los consejos evangélicos como medio de proseguir nuestro camino con san Vicente de Paúl, «místico de la Caridad». Jesús es el centro de nuestra vida, de nuestra acción, de nuestras aspiraciones. Para nosotros, cristianos, es el punto de mira, el modelo y a quien debemos poner en primer lugar en nuestras vidas, ya sea nuestra vocación a la vida conyugal, al celibato o a una forma de vida consagrada. La pobreza, la castidad y la obediencia son signos indiscutibles y llamativos de la vida de Jesús, porque era pobre, casto y obediente.
Habitualmente, cuando hablamos de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, los asociamos a la vida consagrada. Las personas consagradas siguen un camino específico, confirmado por los votos que pronuncian. Sin embargo, los consejos evangélicos forman parte de la respuesta a la llamada universal a la santidad de cada cristiano, pero siempre según su vocación específica, dada por el mismo Jesús.
Jesús sigue siendo el prototipo del modo de vivir los tres consejos evangélicos. Aunque lo tenía todo, vivió pobremente. Era casto, lo que le permitía una gran libertad en sus relaciones. Fue obediente, expresando con gran claridad que su misión en la tierra se desplegaría según el designio del Padre y abandonándose totalmente a la voluntad de su Padre hasta el último segundo de su vida terrena, hasta la cruz donde exclamó antes de volver a la casa de su Padre: «Todo está cumplido» (Juan 19, 30).
El fundamento del consejo evangélico de pobreza es la vida del Hijo de Dios:
«Jesucristo que, teniéndolo todo, no tenía nada (1); era el dueño y señor de todo el mundo y el que hizo todos los bienes, pero quiso privarse de su uso por nuestro amor; aunque era el señor de todo el mundo, se hizo el más pobre de todos los hombres y tuvo menos que los mismos animales:»[1].
Nuestra llamada común, como Vicencianos, a servir a los pobres nos impulsa a dar testimonio en el mundo de nuestra configuración con Cristo, que comenzó con nuestro bautismo y se va consolidando hasta que volvamos a la casa del Padre. Como Vicencianos, nuestra prioridad no es la acumulación de bienes materiales y recursos financieros para nuestros propios fines egoístas, ya que siempre tenemos en mente y en el corazón que los pobres son «nuestros Señores y Maestros» que tienen derecho a nuestros recursos. Reflexionar sobre cómo podemos asistirles nos ayuda a vivir el consejo evangélico de pobreza por medio de un modo de vida sobrio y sencillo. La misión vicenciana nos sitúa en el mundo de los pobres. La pobreza vicenciana favorece una comunidad de servicio y de solidaridad con nuestros hermanos y hermanas.
Supone también modelar nuestra vida siguiendo el ejemplo de Jesús pobre, que evangelizó a las personas más abandonadas. San Vicente, según la larga tradición de la Iglesia, distingue entre la pobreza interior y la pobreza externa, ambas necesarias. Sin manifestación exterior, la «pobreza espiritual» no es creíble. Sin motivación espiritual, la «pobreza material» es a menudo del orden del mal.
El consejo evangélico de castidad se refiere también a todos los cristianos, evidentemente a los que pronuncian el voto, pero también a los casados y a los solteros. Como Vicencianos, habitualmente en contacto con los pobres, no debemos ayudarlos solo materialmente, sino también espiritualmente, abordando a la persona de manera integral, compartiendo con ella el valor de la castidad en el marco de la evangelización. Los pobres comprenderán las relaciones cristianas gracias a la manera en que vivimos en coherencia con los valores del Evangelio, siendo luz y sal para la humanidad.
La castidad implica la continencia interior y exterior, según el estado de vida, para que la afectividad y la sexualidad de la persona sean vividas con un profundo respeto hacia los demás y hacia uno mismo. El celibato presupone la renuncia al matrimonio y a las expresiones sexuales que le son propias.
Para los Vicencianos en la vida consagrada, estos dos elementos del voto, castidad y celibato, son manifestaciones externas de su entrega total. Deben ser percibidos como el compromiso de una «responsabilidad particular:«el servicio a los pobres» y no como un rechazo de la responsabilidad familiar. Las exigencias de un seguimiento radical de Jesús llevan a los Vicencianos consagrados a ofrecerse totalmente por la causa del Reino.
Para los Vicencianos en general, el consejo evangélico de castidad nos ayuda a crecer en una relación íntima con Jesús. Como entrega generosa de uno mismo a los demás, la castidad favorece nuestra misión de evangelización y de caridad hacia los pobres, una expresión de generosidad y de creatividad. Al igual que la pobreza, la castidad fomenta una comunidad de servicio que sólo puede ser eficaz a través de la amistad y las relaciones fraternas.
Estamos llamados a desarrollar la libertad y el apoyo mutuo por medio de las amistades sanas y de la prudencia, que conducen al celo apostólico. Debemos reconocer nuestras propias debilidades, nuestra necesidad de humildad y la necesidad del apoyo indispensable de Jesús. San Vicente afirma: «La humildad es un medio muy excelente para adquirir y conservar la castidad.»[2]. Hay momentos en los que la fidelidad a Jesús implica sacrificios. San Vicente recomienda un serio sacrificio (la mortificación) de los sentidos interiores y exteriores y saber evitar los modos de expresión de la afectividad y de la sexualidad que no son propios del celibato. Porque nuestra humanidad tiene sus fortalezas y sus debilidades, debemos hablar sinceramente de las dificultades con Jesús y con otras personas que pueden ayudarnos, como nuestro confesor y nuestro director espiritual.
El tercer consejo evangélico es la obediencia. Se dirige a las personas que están abiertas al mensaje de Jesús. A pesar de las dudas y las incertidumbres, se abandonan a Jesús y confían en él, convencidos de que, a fin de cuentas, el camino que nos propone seguir es el mejor. Como nos lo recuerda san Vicente: «ya que Dios bendice las acciones que se hacen por obediencia.»[3].
La obediencia implica valores y actitudes evangélicas tales como la humildad, la sencillez, la mansedumbre, el diálogo, el don de la escucha en la vida conyugal, en el celibato o en la vida consagrada. Incluso cuando san Vicente se dirige a las personas consagradas, evoca a menudo el ejemplo de la obediencia y de la deferencia de los laicos:
«Yo he conocido a un consejero de la corte, … A pesar de ser consejero y de bastante edad, no hacía nunca nada sin pedir consejo… Si no había nadie, llamaba a su lacayo y le decía: «Ven para acá, Pedro, tengo entre manos este asunto; ¿qué crees que debo hacer?». Su lacayo le respondía: «Señor, me parece que haría usted bien en obrar de esta manera»» Y me dijo que experimentaba que Dios bendecía tanto su manera de proceder que salía bien todo lo que así hacía.»[4].
Cuando dos o más personas no consiguen ponerse de acuerdo entre sí, sobre todo en cuestiones de importancia, es el consejo evangélico de obediencia el que las lleva a un estado de paz interior y de reconciliación que no podían imaginar. Como cristianos y Vicencianos, nos esforzamos por no tener la última palabra, ni por tener la razón, sino por situarnos en el papel del siervo, de aquel que sirve y no del que es servido.
Que la meditación y la interiorización de los consejos evangélicos nos ayuden a cada uno de nosotros a responder a la llamada universal a la santidad y así recibir grandes bendiciones.
«¡Dios mío! ¡Qué dichosos son los que se entregan a Dios de ese modo para hacer lo que hizo Jesucristo y practicar según él las virtudes que practicó: la pobreza, la obediencia, la humildad, la paciencia, el celo y las demás virtudes! Pues así son los verdaderos discípulos de semejante Maestro; viven puramente de su espíritu y derraman, con el olor de su vida, el mérito de sus acciones para la santificación de las almas, por las que él murió y resucitó.»[5].
Mi oración de Adviento por todos los miembros de la Familia vicenciana: «Sigan temiéndole y amándolo; ofrézcanle sus molestias y sus pequeños servicios y no hagan nada más que para darle gusto a él; así es como irán creciendo en gracia y en virtud.»[6].
Su hermano en san Vicente,
Tomaž Mavrič, CM Superior general
[1] Sígueme XI/3,139; conferencia 53 «Sobre la pobreza», 6 de agosto de 1655.
[2] Sígueme XI/3,94; conferencia 34, «Sobre la castidad», 13 noviembre 1654.
[3] Sígueme VI, 513; carta 2527 a Francisco Villain, Sacerdote de la Misión, en Troyes, 25 de octubre de 1657.
[4] Sígueme X,774; documento 238, Consejo del 20 de junio de1647.
[5] Sígueme V,610; Carta 2176 a Joseph Beaulac [1656].
[6] Sígueme IV,384; carta 1580 a las Hermanas de Valpuiseaux, 23 de junio de 1652.
Pasan por sus instalaciones las personas sin hogar y los que sufren la pobreza energética ya que por falta de medios económicos no pueden poner la calefacción en sus hogares . En el proyecto se les da café y alimento pero, lo más importante, se les ofrece compañía y una mano amiga a la que agarrarse ante las dificultades del día a día.
Este Centro tiene un aforo de 40 plazas, pero diariamente son más de 70 personas las que pueden pasar por este recurso a lo largo del día
Para más información les invitamos a que lean este completo artículo de Leonoticias
Los beneficios de esta edición están destinados a adecuar el edificio donde se ubica el Centro Social Almozara. En el Centro habrá atención social, refuerzo escolar, talleres familiares y orientación laboral. Además, se adecuarán pisos destinados a ofrecer una vivienda digna a personas vulnerables y refugiadas.
El presidente de la Fundación Fernando Galdámez, animó a los aragoneses a acudir al Rastrillo como muestra de solidaridad y contribución a la lucha contra la pobreza. Dio las gracias a los voluntarios, colaboradores y asistentes, entre los que se encontraban el Arzobispo de Zaragoza, Ms. Carlos Escribano que bendijo el Rastrillo, la Consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno autonómico, María Victoria Broto y el Alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón.
Pilar Ríos, María Alcrudo, Isabel Garzo. Juan M. Buergo y F. Galdámez
Al acto asistieron también Carmina Buitrón presidenta del Consejo de Zona de Zaragoza, Juan Manuel Buergo, Presidente del Consejo Superior, ambos como patronos de la Fundación y como invitadas, María Alcrudo, candidata a la presidencia del CZ de Zaragoza e Isabel Garzo, secretaria ejecutiva de la SSVPE.
En la imagen destacada: F. Galdámez acompañado de Ms. Carlos Escribano, V. Broto, J. Azcón y de algunos de los patronos de la Fundación.
Las Jornadas versaron sobre “El Primer Anuncio en clave se sinodalidad”, con el objeto de implementarlo en nuestras realidades diocesanas, movimientos y asociaciones.
La Jornada contó con Ms. Rino Fisichella, Arzobispo y ex presidente de lo que es hoy el Dicasterio para la Evangelización, destacando en su ponencia la importancia y la prioridad pastoral que tiene el Primer Anuncio, esto es, nuestro compromiso con la evangelización y el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros, en el actual contexto social.
Entre otros ponentes, estuvieron el Arzobispo de Zaragoza y presidente de la Comisión, Ms. Carlos Escribano y el Obispo auxiliar de Valencia, Ms. Arturo Ros, en calidad de vicepresidente.
A las Jornadas, representando a la SSVP, asistió el presidente nacional.
El 22 de septiembre, los vicentinos de la SSVP presentaron este proyecto al alumnado del IES Averroes, que cuenta con la colaboración de la Delegación de Juventud del Ayuntamiento de Córdoba. Los profesores Nicolás Díaz (guitarra), Irene Cano (baile), Laura Heredia (cante) y Sergio Carlos Gómez (cajón), explicaron y mostraron el arte del compás, las palmas, las técnicas básicas de los toques y los distintos palos flamencos. Con esta iniciativa los vicentinos pretenden animar a todos los jóvenes del Barrio de Guadalquivir (de los 14 a los 35 años) para que se inscriban en estos talleres flamencos en cualquiera de las disciplinas mencionadas. Más información en la página de Facebook de la SSVP en Córdoba https://www.facebook.com/ssvpcordoba
En la II Edición 2022 los premiados, que aparecen en la imagen, fueron:
-Sor Juana María Ruiz Tapias HC, por su dedicación a los enfermos de VIH en las épocas más difíciles de la epidemia del SIDA.
-Talleres Keli Majari, por su apuesta por las mujeres del barrio de los Asperones. Se trata de un proyecto en el que está involucrado el dibujante Patxi Velasco (Fano).
-Juana María Ledesma Albarrán, pediatra de Málaga que destaca por sus labores de voluntariado en países de América Latina: Nicaragua, Perú y Honduras.
Entre otras intervenciones, destacar la de Francisco García Villalobos, secretario de la asociación Probeatificación y presidente de la Conferencia “Gálvez Ginachero”, que hizo una breve semblanza del Siervo de Dios.
Entre los muchos asistentes que se dieron cita, destacar la presencia de Sor Cecila Collado HC, Isabel Garzo, secretaria ejecutiva y Juan Manuel B. Gómez presidente nacional de la SSVP.
Rogamos oraciones en pro de la beatificación del Siervo de Dios, Dr. José Gálvez Ginachero.
Oficial de infantería y asesor en distintos gabinetes ministeriales, le pareció natural, después de su carrera profesional, comprometerse con el sector del voluntariado desde su pertenencia a la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Huber Derache tiene varios objetivos dentro de su mandato, entre ellos, que se conozca más y mejor la labor y el servicio de la SSVP, invitar a la participación de la juventud en las Conferencias, desarrollar la ayuda alimentaria y fomentar la educación y la formación como vía de la reinserción social.
Otra de sus prioridades es la lucha contra la soledad y el aislamiento social y, por este motivo, promoverá proyectos como el del “café de la sonrisa”, para que las personas que sufren de soledad tengan un momento de encuentro con vicentinos en el que se puedan sentir escuchados y acompañados.
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